Las exportaciones de México han registrado un notorio ascenso en el mercado estadounidense, ocupando un lugar predominante tras los vaivenes comerciales entre Estados Unidos y China. Este fenómeno, que podría ganar mayor impulso gracias al «nearshoring» en los años venideros, se vislumbra como un factor trascendental en la economía regional.
De acuerdo con datos recopilados por Citibanamex hasta junio, las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos han alcanzado la destacable cifra de 41,100 millones de dólares. En contraposición, las exportaciones chinas totalizaron 34,334 millones de dólares y las canadienses 35,111 millones de dólares.
En este escenario, México ha consolidado su participación en el mercado, situándose en un sólido 15.9% del total, sobrepasando el 15.7% registrado en el mes anterior. Estas cifras han superado a las exportaciones chinas, que representaron el 13.3% en comparación con el 13.6% previo.
Banco Base sugiere que, aparte de México, Vietnam se erige como un actor importante en esta coyuntura. En un análisis comparativo, se ha detectado que Vietnam ha emergido como un reemplazo plausible para el gigante asiático, destacando un aumento en su participación del 1.9% al 3.4% en las compras estadounidenses en el extranjero. Canadá, por su parte, también ha mantenido una posición relevante en este contexto.
La posición geográfica de México y Canadá en relación con el mercado estadounidense ha desempeñado un papel crucial. La frontera compartida ha permitido mantener estabilidad en los costos logísticos y en los tiempos de entrega, incluso durante la pandemia.
A la vez, ambos países cuentan con tratados comerciales con Estados Unidos y cumplen con los criterios medioambientales, sociales y de gobierno (ESG), aspectos buscados por las empresas en la actualidad.
No obstante, Banco Base advierte que la ventana de oportunidad del «nearshoring» podría no permanecer abierta indefinidamente para México. Si el país no capitaliza este momento, otras naciones, como Vietnam, podrían tomar la delantera.
Aunque México posee ventajas geográficas, la competencia por inversiones extranjeras es feroz y depende en gran medida de mejoras en infraestructura, estabilidad política y económica, así como la construcción de un marco institucional confiable para garantizar su atractivo a largo plazo.
Mientras México continúa consolidando su presencia en las exportaciones hacia Estados Unidos y se cuestiona si podría convertirse en un nuevo paradigma de la manufactura, las condiciones son diferentes a las de China.
A pesar de que el país podría beneficiarse de las inversiones y relocalización de empresas, no puede obviar los retos inherentes, como la percepción de inseguridad, la variabilidad en la calidad y la competencia internacional. En última instancia, el éxito de esta transformación depende de una combinación de factores económicos, políticos y de infraestructura.